Tras tanto sol y desierto en Petra y Wadi Rum, pusimos rumbo con muchas ganas de agua a la breve costa Jordana: Aqaba, en el Mar Rojo.
Aqaba es la única salida a mar abierto de Jordania y se trata de una pequeña franja de costa, pues la estrecha entrada del Índico que moja Jordania la comparten Israel, Egipto y Arabia Saudí, así que desde las costas jordanas se observan las montañas de Israel y Egipto a pocos kilómetros.
En un principio íbamos a alojarnos en la ciudad de Aqaba, pero luego pensamos que, puesto que lo que nos interesaba era hacer snorkel o buceo, lo mejor iba a ser alojarnos directamente en la playa más interesante para ello: South Beach. Así que cambiamos nuestra reserva de hotel y nos fuimos al Bedouin Moon Village, que era modesto pero estaba frente a la playa y tenía piscina. Y podemos decir que hacer este cambio fue una sabia elección, pues la ciudad tiene poco para ver y realmente pasamos todo el tiempo en el mar.


Aqaba no tiene muchas playas públicas y las que tiene en la ciudad están llenas de gente y de barcos y no parece muy posible poder ponerse allí en bikini, pues son todo jordanos y jordanas tapadas hasta las cejas. Así que quedarnos en South Beach nos pareció un acierto. Allí pasamos un día y medio y no necesitamos ir a ninguna otra playa. La playa en sí no tiene unas arenas limpias y bonitas que digamos, pues por la noche se llena de gente haciendo barbacoas y dejan sus restos… Además, la entrada al agua es de rocas y enseguida aparecen los corales y los erizos de mar (increíblemente grandes, por cierto), así que hay que ir con escarpines o chanclas buenas. Pero es una playa muy grande donde no hay mucha gente y puedes estar tranquilo y bañarte tranquilamente en bikini, pues no te miran demasiado ni te llaman la atención (hay más turistas extranjeras haciendo lo mismo).
El fondo marino en South Beach es impresionante. Una vez allí en la costa, hay establecimientos donde puedes alquilar equipo para hacer snorkel si no te has traído de casa, así como contratar una experiencia de submarinismo. Nuestro hotel, por ejemplo, ofrecía estos servicios. Nosotros nos limitamos a hacer snorkel y nos pareció suficiente, pues los arrecifes de coral están en cuanto te metes al agua y puedes pasar horas buceando en ellos sin cansarte. Desde nuestro viaje a Tailandia no habíamos visto una flora y una fauna marina tan exuberante. Incluso nos atreveríamos a decir que la más impresionante que hemos visto se halla aquí. Al fin y al cabo, dicen que el 10% de las especies de fauna marina del mundo se encuentran en el Mar Rojo.






En South Beach hay una zona de arrecife de coral a la que llaman los Japanese Gardens que es preciosa. Más abajo en la misma playa, si nadas adentrándote un poco más, puedes ver un tanque hundido y un avión que también sumergieron hace un par de décadas o tres, para que los bichillos submarinos fuesen creando arrecife de coral en ellos. Aunque los veas unos metros por debajo de ti, la experiencia de verlos allí sumergidos es impresionante. Especialmente el avión, que aparece de repente ante ti como una imagen fantasmagórica, tras buscarlo entre el azul interminable durante un rato. Los dueños de los hoteles o de los negocios de submarinismo te explican encantados cómo encontrarlos, así que siguiendo sus instrucciones y buscando un rato los puedes encontrar. Si no, sigue a los buzos que irán por debajo de ti soltando grandes burbujas y buscando lo mismo que tú, pero con guía…
Para acabar la jornada en la playa, hay un par de chiringuitos en los que puedes tomar algo o cenar. En uno de ellos incluso puedes tomar cerveza con alcohol (algo tan difícil de encontrar y tan caro en Jordania) y fumar una shisha también. Pero nosotros te recomendaremos el otro bar, un negocio familiar llamado con un dueño muy amable y en el que cenamos pescado a la parrilla. Si lo buscas en Google Maps se llama Bazar Store and Snorkel.
Dedicamos también una mañana a pasear por la ciudad de Aqaba, pero la verdad es que terminamos pronto, pues nos pareció que no había mucho que ver. Visitamos la mezquita Sharif Hussein bin Ali, paseamos por el puerto y vimos sus dos playas, abarrotadas de familias celebrando que era sábado. Callejeamos también un poco por el zoco, pero con tanto calor nos fuimos pronto al hotel para refrescarnos en la piscina.

