ETOSHA: FAUNA SALVAJE EN NAMIBIA

Nosotros pasamos 3 días en Etosha. El primero de ellos nos pegamos toda la mañana de viaje y llegamos para comer (¡nuestra primera barbacoa del viaje!) Si te gustan las barbacoas, no olvides incluir el carbón y las pastillas de fuego en tu lista de la compra; y si compras leña en algún camping agradecerás cenar junto a la lumbre por la noche.

La primera tarde la pasamos en el camping de Namutoni, que está en una de las entradas del parque. Y a las 19:00 hicimos nuestro primer safari (nocturno), que habíamos reservado nada más llegar al camping. Dura 2 horas y nos costó 400 dólares namibios por cabeza.

Aunque de camino hacia Etosha ya habíamos visto bastantes animales salvajes en los márgenes de las interminables carreteras en línea recta (o directamente cruzándolas), como jabalíes, suricatos y monos, entre otros, todavía no teníamos idea de la gran variedad de vida salvaje que íbamos a ver en el parque. Ya nada más pasar la puerta de entrada del parque de Etosha se nos cruzó el primer grupo de preciosas gacelas y una entrañable manada de elefantes, que cruzó el camino a un par de metros de distancia de nuestro coche.

En la puerta de acceso al parque te toman los datos, te dan un papel con las normas, te informan de que tienes que pagar una tasa de entrada al parque al llegar al camping que son unos 80 dólares namibios por persona y día más 10 dolares por coche y día y, si tienes un dron o armas de fuego te lo precintan para que no lo uses.

Cuando estás recorriendo el parque, puedes ir por tu cuenta en el coche, pero no puedes bajar de él (podría comerte un león, por ejemplo) ni salirte de los caminos. Sólo dentro de los campings del parque puedes estar a tus anchas, ya que están cercados con vallas eléctricas.

Lo bueno de contratar algún safari (vas en furgonetas abiertas de unas 9 personas) es que el guía que te lleva tiene mucho mejor ojo que tú para ver a los animales y además te explica cosas sobre ellos. Es increíble la cantidad de animales que no habríamos visto de no ser por el guía en el safari nocturno.

Aunque a nosotros nos ayudó mucho la luna llena, el guía emplea una luz roja que no daña los ojos de los animales para ir buscándolos y poder observarlos. Nosotros pudimos deleitarnos viendo cantidad de hienas, jirafas, algún rinoceronte, algún ñu, chacales, avestruces, zorros, gatos, montones de pájaros (sobre todo de día no deja de sorprenderte la cantidad de pájaros exóticos que hay por aquí), órix y algún dik-dik.

Por la noche, dentro de la tienda, de vez en cuando acompañan a tu vigilia los sonidos misteriosos de algún animal grandote.

Tras este primer contacto nocturno con la fauna de Etosha, nosotros dedicamos un par de días a recorrer los caminos del parque en nuestro coche y a dejarnos sorprender por los regalos de la naturaleza. Hazte con un mapa del parque y luego sigue las señales de los caminos para decidir hacia dónde vas.

El primer día que amanecimos en Etosha, fuimos avanzando con muchos rodeos hacia el camping de Okaukuejo, que está en el otro extremo del Etosha Pan, que es la enorme laguna salada en torno a la cual se expande el parque. Ahora mismo, en temporada seca, el agua sólo se ve flotando lejana en el horizonte. Lo que se ve de cerca es un fondo de tierra blanca, salada, que se extiende hasta donde alcanza la vista.

Acercarnos hasta Okaukuejo en realidad nos llevó todo el día, teniendo en cuenta que el día acaba a las 18:30 y que a esa hora cierran las puertas de los campings. En realidad, la distancia que separa Namutoni de Okaukuejo es de casi 150 kms. Pero no se puede ir a más de 60 kms por hora, y eso en el camino principal, que es el que está en mejores condiciones. Conviene tener esto en cuenta y, también, dónde vas a comer si el hambre te pilla de camino. Hay algunas zonas con baños y mesas para picnic, pero no están protegidas de los animales y, sinceramente, siendo que te avisan de que no bajes del coche, a nosotros nos daba un poco de yuyu. Así que hicimos parada para comer en el restaurante del camping de Halali, a medio camino.

Recorrer los caminos de Etosha implica disfrutar de sus paisajes cambiantes (bosques bajos, estepas, lagunas…) y dejarte sorprender por los caprichos de los animales, ya que esto no es un zoo y nunca sabes qué vas a ver. Nosotros, por ejemplo, vimos montones de manadas de gacelas, ñus y cebras, chacales, zorros, avestruces, elefantes, rinocerontes, jirafas, órix, impalas y otros herbívoros similares que no sabíamos identificar. Pero por desgracia ni rastro del león ni del guepardo ni del leopardo todavía. Al día siguiente, un guía nos explicaría que Namutoni es mejor zona para ver a los guepardos y leopardos, mientras que para los leones, es mejor Okaukuejo.

Por las estepas es fácil ver cantidad de manadas o herbívoros solitarios pastando, pero donde más ajetreo hay es en las pequeñas lagunas que salpican el parque, así que la idea es ir recorriendo el parque de laguna en laguna para ver qué te encuentras. En el propio camping de Okaukuejo hay, junto a una zona de las verjas, una charca a la que se acercan muchos animales a beber. Así que si te alojas aquí, acércate al atardecer para disfrutar de los colores de África cuando se prepara para ir a dormir, ya que seguro que puedes pasar un rato contemplando cómo beben agua las jirafas, los elefantes y los rinocerontes antes de retirarse a lo oscuro de la noche. Aunque también puedes acercarte después de cenar, seguramente también haya algún animal dando el último trago.

Así pasamos dos días y medio en Etosha y, para acabar nuestro paso por el parque, la última mañana habíamos reservado un safari al amanecer, a las 6:30.

Nos levantamos cuando aún era de noche, repletos de capas, como unas cebollas, para combatir el frío. En el coche del safari, afortunadamente, nos dieron también unos ponchos y menos mal, porque aun así… Este último safari empieza de noche, pero enseguida empieza a alumbrarse el cielo tímidamente, confiriéndole al paisaje, con esas estepas amarillas, un aire mágico y difuminado. 

Al principio no parecía que fuéramos a ver gran cosa, sólo impalas, gacelas, zorrillos y chacales. Entonces, nuestro guía puso rumbo a la laguna de Nebrownii, explicándonos que por las mañanas suelen ir a beber ahí los leones. Llegamos y nada, cuatro gacelas… Parecía que el rey de la selva se nos iba a resistir… Ya estaba arrancando el coche cuando, de repente, el guía se dio cuenta de que todas las gacelas miraban en la misma dirección y… ¿qué había en esa dirección? Dos preciosos leones, dos machos adolescentes, dos hermanos ya expulsados de su manada. ¡Por fin, Etosha nos regala estos momentos justo antes de irnos! Y justo, casi en el mismo momento, la esfera naranja del sol africano asomó por el horizonte.

Pasamos un rato viéndolos jugar, tumbarse, avanzar un poco más hacia la laguna, volver a tumbarse… y el espectáculo estaba también al otro lado, con las decenas de herbívoros de toda clase que habían comenzado a bajar a beber y su reacción al ver que los reyes del parque habían ocupado el lugar y no parecían tener intención de irse. Precioso e inolvidable. Y así nos despedimos de Etosha.

¡Por cierto! Un pequeño apunte sobre algo que nos dio mucha rabia: al salir de Etosha, los guardias de la puerta nos revisaron un poco el coche y nos quitaron la carne que llevábamos en el frigo. Desconocemos el motivo, ya que era carne envasada comprada en el supermercado y no tenía ningún sentido ni habíamos sido avisados en ningún momento de que no se pudiera salir con carne del parque. Pero bueno, es algo a tener en cuenta, porque indigna mucho si te pasa.

SIGUIENTE ETAPA — > TWYFELFONTEIN: TIERRA DE LOS DAMARAT

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3 comentarios en “ETOSHA: FAUNA SALVAJE EN NAMIBIA

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