La Costa de los Esqueletos ocupa un tercio de la costa namibia y se extiende unos 500 kms. Es famosa por los miles de naufragios que ha habido en ella en los últimos 5 siglos. Varados en las rocas cerca de la playa o en la propia playa ya medio cubiertos de arena yacen los esqueletos de estos pobres barcos que encontraron en las nieblas y corrientes traicioneras de esta costa su trágico final.
Para recorrerla, hay tan sólo dos puertas de acceso con horarios definidos de entrada y de salida. Ojo, conviene consultarlo porque aunque la salida cierra un poco más tarde, a las 19:00, la entrada cierra a las 15:00 en la puerta de Ugabmund y a las 17:00 la de Springbokwasser, y nadie quiere quedarse a pasar noche dentro…



Nosotros viajamos “sólo” desde Springbokwasser hasta Ugabmund, siguiendo luego la costa (que ya no es el parque natural de Skeleton Coast) hasta Swakopmund, donde hicimos noche en el Tiger Reef Campsite. Si viajas en la misma dirección que nosotros, no tienes que pedir ningún permiso ni pagar ninguna tasa, tan sólo “fichar” al entrar y salir. No obstante, por lo visto, si lo haces en la dirección inversa, al salir por la puerta de Springbokwasser te hacen pagar algo.
Por otro lado, existe también la posibilidad de entrar por Springbokwasser y subir hacia el norte, hasta donde acaba la carretera (aunque sigue habiendo costa de los esqueletos más allá) en Mowe Bay. Pero para ello hay que pedir antes un permiso en Windhoek o Swakopmund.
Cuando te adentras en Skeleton Coast, debes tener en cuenta que vas a pasar un día entero en medio de la nada (de verdad), así que debes llevar contigo comida, agua y gasolina suficiente. Por otro lado, no debes salirte de los caminos marcados, ya que es fácil perderse en el desierto o quedarse atrapado en la arena, que resulta engañosa. Además, aunque parezca mentira, en esta inmensidad de desierto viven también numerosos animales salvajes, incluidos leones, y conviene tenerlo en cuenta. Al respecto, el guarda de la puerta nos dijo que los leones aquí están acostumbrados a los humanos y que basta con mantener las distancias y no andar hacia ellos. Sin embargo, en una zona con una pequeña laguna a la que nos acercamos había un cartel que alertaba de la posible presencia de leones e instaba a permanecer en el vehículo. Nosotros la verdad es que no vimos ninguno y en aquellos espacios con caminos habilitados para acercarse a ver los naufragios y en otras zonas donde no se alertaba de los leones, bajamos del coche y anduvimos más o menos buenas distancias.
En el recorrido que hicimos nosotros sólo vimos 3 esqueletos de barcos, así que seguramente hacia el norte haya muchos más. La carretera, interminable, se extiende con un desierto infinito a tu izquierda y quizás la playa más extensa del mundo a tu derecha. Pero no siempre ves el mar desde ella. No te inquietes, ya que las señales de la carretera te indican dónde coger un desvío para ver un naufragio. Además, entre la puerta de salida de Ugabmund y la ciudad de Swakopmund, vimos dos de esos tres barcos, así que lo mejor llega hacia el final de la ruta.
Más allá de la belleza macabra de los barcos encallados, el desierto del Namib te regala tierras de distintos tonos de colores que le confieren una suavidad visual a las dunas. También verás los esqueletos de antiguas minas abandonadas, que durante un tiempo escarbaron la tierra en busca de diamantes. Más adelante hay salinas salpicando las planicies y conforme te acercas a Swakopmund verás que a los lados de la carretera alguien ha puesto mesitas con preciosos trozos de sal blanca y rosada, para que te lleves uno y dejes algo de dinero en las cajitas que hay al lado.



Lo más inquietante, al observar los esqueletos de hierro golpeados por las olas sin piedad desde quién sabe cuánto tiempo, es imaginar la historia que habrá detrás de cada naufragio y la desesperante marcha a través de un desierto que (como hemos visto con nuestros propios ojos) se extiende cruel hacia el interior durante cientos de kilómetros hasta dar con los pueblos más cercanos. Quien no pereciera en las aguas, seguramente lo haría en las arenas… De hecho, además de los esqueletos de ballenas o elefantes que puedes encontrarte (nosotros vimos lo que quedaba de uno de ballena), dicen que se han encontrado en aquel desierto también restos humanos en alguna ocasión.








Una costa que guarda en secreto centenares de historias para no dormir en una noche de nieblas junto al mar mientras escuchas el golpe sin tregua de las olas contra la Costa de los Esqueletos.
Pasada toda la zona de Skeleton Coast, ya cerca de Swakopmund y de los primeros indicios de civilización , se encuentra Cape Cross, donde hay un camping con un restaurante en la playa muy agradable para comer a buen precio, buen producto y una maravillosa playa para disfrutar (Cape Cross Lodge), y, un par de kilómetros más abajo, una reserva de leones marinos. Hay que pagar una entrada que a nosotros nos costó 350 dólares namibios por dos personas y un coche, un poco caro, la verdad.




Allí hay miles de leones marinos y puedes verlos surfeando las olas abajo en el mar, en las rocas, en la playa…. y un gran número de ellas arriba hasta donde tú puedes llegar con el coche. En teoría hay una pasarela por la que puedes andar, pero estaba rota y llena de focas, así que nosotros ni bajamos del coche, para no asustarlos ni a ellos ni a nosotros mismos. Puedes observar el jaleo que se llevan (y lo mal que huelen, por Dios…) a escasos metros de ti el rato que quieras.
Una vez acabamos de disfrutar de este paisaje seguimos avanzando camino y aún nos encontramos con algún naufragio más antes de llegar a Swakopmund.
La siguiente etapa, como hemos visto es SWAKOPMUND, ciudad de vacaciones… Primera ciudad que te encuentras al acabar la costa de los esqueletos.
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