PEKÍN
LLegados de
Pingyao, y ya en las calles de Pekin no sabemos hasta qué punto es bruma, arena del desierto o contaminación, pero lo cierto es que, durante los tres días y medio que pasamos en esta gran ciudad, por mucho que haya sol, no conseguimos alcanzar nunca el final de nuestras vistas: altas torres de viviendas que se difuminan a no tanta distancia, montañas en el horizonte que desaparecen entre esa nube gris…
Para moverse por Pekín hay que asumir que las distancias monstruosas que separan con grandes avenidas grises un punto de interés del otro son demasiado grandes como para hacerlas andando. Por suerte, el metro es muy barato. En él pasamos más de una o dos horas todos los días, a pesar de tener habitación en un hotel en el centro de la ciudad. (Sí quieres reservar con alguna ventaja a través de
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Algo que conviene tener en cuenta también es que, incluso durante la temporada de verano, todos los lugares turísticos cierran a las 17:00 o antes. Por eso mismo, en nuestro primer día en Pekín, al llegar ya al mediodía, sólo tenemos tiempo de callejear. Así pues, dedicamos la tarde a ello.
Nuestra primera parada es la famosa plaza de Tian’anmen, con la imponente entrada a la Ciudad Prohibida en un extremo y el mausoleo de Mao al otro, que decidimos no visitar ya que sólo abre por la mañana y además hemos leído que hay que hacer mucha cola para dejar todo en consigna y luego para ver el cuerpo embalsamado.
Después cogemos el metro para ir a pasear por una calle turística llena de puestos de comida y tiendas de recuerdos, llamada Nanluoguo Xian, a la cual confluyen numerosos callejones de antiguas casas de una planta, de ladrillo gris y tradicionales techos en madera de colores llamadas hutongs. Cierto es que vemos callejones como estos en muchos otros rincones de la ciudad y que la calle está plenamente dedicada a los turistas. Pero es una zona bonita y animada para pasar un rato.
Para acabar el día aprovechamos las horas de noche para acercarnos a ver las luces de la Villa Olímpica.
Nuestro primer día completo en Pekín comienza con la visita a la Ciudad Prohibida. Al contrario que en el resto de lugares que hemos visitado hasta el momento, aquí hay hordas de turistas. Chinos, miles de chinos ansiosos por verlo todo en un lugar tan legendario como este. A veces resulta un poco incómodo, ya que hay que darse codazos para poder ver las salas del trono, por ejemplo, pero el palacio es sin duda imponente y glorioso. La Ciudad es enorme. Puedes dedicarle unas tres horas perfectamente. Encuentras lugares abarrotados y otros algo más tranquilos, jardines, templos, salas del trono, inmensos patios… No puede dejar de visitarse. La entrada son 65 yuanes y es posible adquirir también un audio guía por 40 yuanes más, aunque funciona fatal y también hay carteles informativos que explican lo básico. ¡Atención! A la hora de planificarse hay que tener en cuenta que la ciudad cierra los lunes.
Es ya por la tarde cuando abandonamos la Ciudad Prohibida y debemos apresurarnos (de nuevo en metro) si queremos ver el Templo del Cielo antes de que cierre. Este se encuentra en medio de un parque donde hay mucha gente local jugando a las cartas en los viejos porches, haciendo footing o jugando a otros deportes. Hay que pagar entrada para acceder al parque, pero con esta entrada puedes visitar también los diferentes templos que componen el complejo al que el emperador se retiraba durante sus periodos de abstinencia (de todo) para pedir por la lluvia o por las buenas cosechas y hacer los rituales de sacrificios. El Templo del Cielo y el altar de los sacrificios, redondos como el cielo sobre la tierra (representada por los recintos cuadrados que los envuelven) resultan especialmente bonitos, al tener esta forma peculiar, diferente a otros templos.
Ya está anocheciendo y todos los templos o lugares de interés están cerrados, así que decidimos buscar alguna zona donde los pekineses dediquen sus horas de ocio tomando algo o yendo de compras… ¿Qué hacen un sábado por la tarde-noche? Lo cierto es que no encontramos las zonas adecuadas, parece ser. Damos una vuelta por una gran avenida llena de centros comerciales donde hay mucha gente de compras, pero ni un solo bar para tomar algo (excepto el Starbucks). De vuelta en el barrio donde nos alojamos, sí vemos algo que nos llama la atención: de tanto en tanto, hay grupos de gente bailando al unísono con la música a tope. En un parque o en medio de la acera, todos se saben los pasos de la coreografía a la perfección.
Nuestro segundo día completo en Pekín comienza escapándonos de la ciudad para hacer nuestra visita más emocionante.. ¡Vamos a ver la Gran Muralla China!
Hemos reservado un tour con Get your guideque nos recoge en un punto de Pekín a las 10:00, así no coincidimos en la gran muralla con el momento pico del resto de tours, que han salido dos horas antes ni tenemos que madrugar tanto. Hemos decidido ir a la zona de Mutianyu. A una hora y media más o menos de Pekín, una zona montañosa y mucho menos turística que la de Badaling, a donde por lo visto van todos los turistas y se recomienda encarecidamente no ir. El tour nos cuesta 300 yuanes por persona e incluye la comida. Una vez allí, pagamos otros 120 para subir en telesilla a la muralla y bajar luego por un tobogán. Se puede prescindir de esto, por supuesto, y subir y bajar gratis hasta la muralla, pero es buena subida y nuestros pies están ya demasiado exhaustos con las caminatas que llevamos a las espaldas estos días.
Ir con guía puede resultar muy interesante. La nuestra, Emma, es muy simpática y amable y nos cuenta muchas cosas sobre la historia de la muralla, de China y muchas curiosidades sobre su cultura. Una vez en la muralla, además, no es necesario ir en grupo y puedes pasear sobre tan legendario lugar a tu aire durante tres horas. Nuestra guía nos hace, sin embargo, una propuesta: como hoy hay más turistas porque ayer llovió, podemos quedar con ella dentro de un rato en un punto concreto y ella nos lleva por la zona sin restaurar de la muralla. Y así lo hacemos. De este modo disfrutamos un rato de la muralla restaurada, en todo su esplendor, donde realmente tampoco hay tantos turistas como para que resulte molesto y luego, tomando un atajo por el bosque junto a los muros, volvemos a subir a un ramal de la muralla sin restaurar.
Andamos un rato sobre las ruinas, alejándonos de todo ruido humano, escuchando tan sólo a los pájaros del bosque, esquivando agujeros, desprendimientos y los árboles que han crecido sobre la gran muralla. La contemples desde donde la contemples, es simplemente majestuosa. Sinuosa como un dragón se aleja arriba y abajo por los montes, para reaparecer en el horizonte serpenteando sobre las escarpadas montañas en la lejanía. Una de las siete maravillas del mundo, sin duda.
Son las seis y pico de la tarde cuando volvemos a Pekín. Dedicamos el final de la jornada a dar una vuelta por las dos calles que conforman el mercado de Donghuamen y las de alrededor, en las que hay muchas tiendas y centros comerciales para ir de compras o salir a cenar. El mercado es uno de esos sitios para turistas,una vez más, lleno de gente, olores, gritos, colores, comidas típicas y tiendas de recuerdos. Este tiene una curiosidad y es que si quieres probar bichos, es el lugar perfecto para ti. Venden arañas fritas, escorpiones aún pataleando antes de morir al fuego, gusanos…
Y llega nuestro último día en Pekín y en China. Sin duda, Pekín da para más días,ya que se quedan algunas cosas interesantes sin ver y otras las hemos podido visitar, pero un poco a la carrera. Sin embargo, podemos decir que nos ha dado tiempo de conocer lo imprescindible.
Hoy arrancamos la mañana en el Templo de los Lamas, el templo budista más grande fuera del Tíbet. Es un lugar precioso, donde te ofrecen incienso para quemarlo frente al templete al que quieras rendir culto. Sin embargo, no tiene nada de tranquilo ya que está lleno de turistas. Cierto es que hoy está todo lleno de turistas porque es lunes y la Ciudad Prohibida está cerrada. Junto a este templo, está el de Confucio, que también queríamos visitar pero está cerrado.
Dedicamos prácticamente el resto del día a pasear y deleitar nuestros ojos en el Palacio de Verano. Esta maravillosa residencia de verano que se construyeron los emperadores es un complejo de templos y otras construcciones para vivienda y asuntos diplomáticos situado en un parque junto a un gran lago. El lugar es tan grande que puedes pasar el día entero ahí. A nosotros no nos da tiempo de verlo todo… Una vez más es una pena que el acceso a los templos cierre a las 17:00, aunque puedes seguir paseando por el parque. El Palacio de Verano es, de nuevo, como la Ciudad Prohibida, un lugar imponente y magnífico. Algo que uno no puede perderse.
A las 19:30 tenemos entradas para ver, en el Teatro Rojo, un espectáculo de Kung Fu. Sinceramente, nos parece una «turistada». Casi todos los espectadores somos extranjeros y la historia (hay un hilo narrado y actuado, además de las actuaciones de acrobacias y kung fu) se narra en inglés con subtítulos en chino. Nos llama la atención, también, la falta de respeto por parte del público chino (sentado en el gallinero) que no calla durante todo el espectáculo. En los momentos sin música donde los artistas de kung fu necesitan máxima atención para hacer algún número se oye un ruido incesante en el gallinero que da una vergüenza y una rabia increíbles.
Por lo demás, las partes teatrales están muy mal actuadas, pero los acróbatas y los luchadores de kung fu hacen un trabajo excelente.
China es un país inmenso y tan diverso que en realidad tan sólo hemos picoteado un poco de todo lo que hay. Tal vez podamos volver en otra ocasión a visitar otras zonas. ¿Quizás el sur?
CONSEJOS:
- En China puede resultar muy difícil encontrar algunos lugares, como tu hotel, ya que la gente no habla inglés y a veces los nombres no están escritos en nuestros caracteres occidentales. Por lo tanto, recomendamos comprar antes de tu viaje una tarjeta SIM que te permita tener Internet en el móvil durante todo tu viaje. Google Maps se convertirá en tu mejor amigo. Además, nunca está de más llevar a mano el nombre de tu hotel o del aeropuerto escrito con caracteres chinos, por si necesitas dar la dirección a algún taxista o preguntar a alguien por la calle.
- Calcula tu dinero. Aprovecha para cambiar tu divisa en el aeropuerto o en grandes ciudades. Cuando estés en ciudades más «pequeñas» que Pekín o Shanghai te puede resultar muy difícil. Además es, en general, difícil encontrar lugares donde puedas pagar con tarjeta.
- No olvides llevarte un adaptador para los enchufes.
- Los chinos son unos fanáticos de los controles. Cada vez que entres al metro, a una estación o a un lugar turístico, te harán pasar tu mochila por un control como los del aeropuerto y, muy seguramente, te despojarán de tus mecheros. Tenlo en cuenta.
- ¡Buenas noticias! En China hay baños públicos por todas partes. Eso sí, están muy sucios, en la mayoría de los casos son de agujero en el suelo y no suele haber papel higiénico. Con esto último parecen tener problemas, ya que incluso en los hoteles escasea y a veces toca pedirles que te pongan más porque no te lo reponen.
Cómo en todos los viajes que hacemos fuera de la Unión Europea recomendamos ir con seguro si no estamos cubiertos con nuestra tarjeta sanitaria. Podéis elegir el que más os interese, pero estad atentos sobretodo a unas cuantas claves: que os atiendan en español y con un número directo desde cualquier punto del globo; las coberturas que os ofrecen y la cobertura en caso de pérdida de enlaces o de retraso del medio de transporte, además del reembolso en caso de anulación si cogéis los viajes con mucha antelación.
Nosotros elegimos la primera vez IATI por el precio y las coberturas que nos ofrecían en alguna de sus muchas opciones. Sí al final os decidís por esta compañía, y lo contratáis a través del siguiente enlace tendréis un 5% de descuento.
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