Terminan nuestros días en el paraíso… Ahora nos embarcamos en un pequeño barco, con otras 30 personas, hacia Komodo. Nuestro viaje durará 4 días y tendrá varias paradas hasta desembarcar en Labuan Bajo, Flores.

Hay varias compañías que hacen este viaje, nosotros lo hacemos con Wanua Adventures. El billete es caro, pero te incluye el alojamiento con pensión completa durante tres noches, el viaje en sí y la entrada al parque natural de Komodo. Si echas cuentas, al final no es para tanto, pero soltar de golpe unos 200 € por cabeza duele un poco. También puedes pagar un poco menos y dormir en la cubierta, sobre una esterilla y con otras 20 personas, codo con codo. Pero nosotros, igual es que estamos mayores ya, sabemos que si hacemos eso no pegaremos ojo, así que cogemos un camarote. Tampoco es que sea un lujo el camarote, apenas es el espacio que ocupa una cama de… ¿quizás 1 metro 20? Pero al menos puedes cerrarte bien del aire del mar y tienes tu pequeño rincón de intimidad. 

Por las noches no se duerme precisamente mucho. Si está el motor parado oyes todo lo que suceda en el barco, las olas te mecen; si no eres de los que se marea, la verdad es que resulta hasta divertido, el mar que te masajea la espalda… Y, por supuesto, el barco entero cruje con cada ola. Es una casita romántica para unos pocos días. Bueno, depende de lo agitada que esté la mar… Durante nuestro segundo día de viaje se agitó tanto que costaba andar. La cosa duró un día y una noche y hubo algunas personas que acabaron vomitando. Para poder darnos de cenar tuvieron que buscar con mucho cuidado un lugar junto a la costa en mitad de la noche donde poder fondear un rato para estar tranquilos y poder movernos hasta la zona del «comedor» .

En el barco no hay ducha y tan sólo dos váteres y un minúsculo lavabo para compartir entre todos. Nada más subir al barco están prohibidos los zapatos ¡bienvenidos a la vida sencilla! No es una excursión con comodidades, ni mucho menos, pero la tripulación es encantadora. Quizás, si no buscas la experiencia de viajar en barco unos días, la mejor opción sea volar en avión a Flores y coger allí un tour de uno o dos días para visitar el Parque Nacional de Komodo, ya que las paradas que hacemos durante el viaje antes de llegar allí no tienen un interés especial.

El viaje, en la dirección en que lo hacemos nosotros, comienza muy lento, ya que el primer día salimos del puerto de Gili Air a las 7:30, llegamos a Lombok, donde nos recogen a todos y nos suben en unos minibuses que nos llevan primero a un punto de encuentro (allí nos dan un café y unos aperitivos y nos tienen un buen ratazo haciéndole el check-in a todo el mundo) y luego nos conducen hasta el otro lado de la isla para coger allí el barco. Finalmente, zarpamos a eso de las 14:00. El viaje aún no ha empezado y ya se hace eterno. Ese primer día de viaje te hacen una parada para ver el atardecer desde la isla de Kenawa, que es casi un peñón de suaves laderas ocres y naranjas.

El segundo día, te despiertas fondeado junto a una playa de la isla de Moyo. La playa, de arenas blancas y árboles sobre ella, se ve totalmente virgen. El único problema es que estamos allí los 4 barcos de Wanua Adventure viajando juntos y, por lo tanto, hay bastante gente.

Después de desayunar con las preciosas vistas, bajamos a Moyo y caminamos un rato por la selva hasta llegar a una cascada con unas pozas para bañarnos. Después nadamos también un rato en la playa. Uno de los compañeros del barco se trajo un arpón (sí, siempre te encuentras con viajeros curiosos por el mundo) ¡y ha pescado un pez! Así que nos lo cocinan para la comida. ¡Y qué rico!

Durante el segundo día ya no hay más que una parada por la tarde para nadar un rato y refrescarnos y laaaargas horas de viaje. Además, el mar está agitado y nuestra casita provisional se mueve tanto que parece que estás en una atracción de feria.

Y bien, ¿ a qué tipo de cosas puedes dedicarte en estos largos ratos? Pues puedes tostarte al sol, divertirte con las olas, leer, observar el mar y las costas de las islas, conocer a tus compañeros de viaje, echarte una siesta, ver delfines, disfrutar del atardecer o escribir un blog.

En el tercer día de ruta ¡alcanzamos por fin Komodo! Nos despertamos entrando a las aguas del parque nacional, que están salpicadas de islas áridas prolíficas en hermosas playas vírgenes de arenas blancas donde no ves ni a un alma. Las corrientes allí, con tanta isla cortando el paso, se deben de encontrar confusas, porque chocan con olas y remolinos por doquier. De vez en cuando, la paleta de colores marinos nos regala contrastes turquesas contra el azul más profundo.

Entonces, en un punto rodeado de islas, nuestra tripulación nos dice: «¡Manta point , manta point!» Nos hacen ponernos las gafas de bucear a toda prisa y, en cuanto vislumbran que hay mantas cerca… «Jump!» Durante un rato buceamos en grupo buscando mantas. Algunos afortunados consiguen disfrutar del espectáculo y ven hasta 6 o 7 de ellas, entre ellos, Jorge. Otros, como yo, que no nos manejamos tan bien en el agua, luchamos por seguir al grupo, sacarnos el agua de las gafas y no gastar todas nuestras fuerza luchando contra las olas y la fuerte corriente. Finalmente, vemos que el bote de nuestro barco ha venido a recoger a los rezagados y, sin dudarlo un instante, somos unos cuantos los que trepamos a él desesperados y les decimos bye, bye a las mantas… Una lástima.

Navegamos un rato más hasta llegar a la isla de Komodo. Una vez en tierra firme el sol es abrasador. Uno de los rangers del parque nos recibe y nos guía en un pequeño paseo por una zona de la isla, aunque son varios los que nos acompañan armados con palos para protegernos de los dragones de Komodo y asegurarse de que nosotros no vulneramos la distancia de seguridad, ya que estos reptiles, que parecen grandes lagartos dormidos que no van a moverse, son en realidad mortales. En la isla hay también ciervos, jabalíes, búfalos y monos, de los que se alimentan los dragones, además de cobras y víboras. Hay que andarse muy al loro con todo. Afortunadamente no nos cruzamos con ninguna de estas serpientes, pero a los demás los ves campando a sus anchas muy cerca de ti. 

La verdad es que en esta isla vimos pocos dragones, que además están muy adormilados por el calor. Quizás es cuestión de suerte.

Para terminar el día nos vamos a Pink Beach, una preciosa playa con arenas rosadas, hasta que llega el atardecer.

El último y cuarto día de viaje, nos despiertan a las 5:00 de la mañana. Estamos fondeados en una bahía de Padar Island, donde hemos pasado noche con otras 30 embarcaciones. Las primeras luces del alba se perfilan en el horizonte sobre el mar mientras nuestro pequeño bote nos acerca a la orilla. Mientras subimos la colina, todavía está oscuro y abajo las luces de los barcos contrastan con el azul profundo del mar. Una vez arriba puedes sentarte a contemplar la salida del sol a un lado y, al otro, ves surgir el cuerpo curioso de esta isla con todas sus blancas playas. El lugar es precioso, pero, una vez más,somos demasiada gente al mismo tiempo en un mismo lugar.

Tras esto visitamos Rinca Island, donde de nuevo un ranger nos guía durante un rato por algunas zonas de la isla para ver dragones y contemplar vistas desde las alturas. Esta isla nos gusta más que la de Komodo, ya que realmente vemos muchos más dragones. 

Ya no nos queda más que emprender el camino a Labuan Bajo, final de nuestra ruta. Antes de llegar, la idea es pararnos en un punto para darnos un chapuzón y hacer snorkel un rato. Pero se ha nublado y el mar está algo agitado. Nadie tiene ganas de meterse en esas aguas grises, así que… Tras evaluar la situación, tiramos millas y paramos más tarde en una minúscula playita, en medio de la nada, aunque con una familia de vendedores que deben de pasar el día allí vendiendo a los barcos que paren. Justo sale el sol y disfrutamos una vez más de un paisaje espectacular y un último baño… Un grupito de gente se anima con el buceo y vuelven a ver mantas y hasta un pequeño tiburón.

El barco nos deja en Labuan Bajo sobre las 17:00. Este lugar es un pueblo portuario que ha crecido por el turismo que mueve el buceo en la zona y este tipo de tours para visitar Komodo, así que el pueblo en sí no ofrece nada más. No tiene mayor atractivo. A la mañana siguiente madrugamos para coger un vuelo a Lombok. ¡Se nos va acabando el viaje!

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