FISH RIVER CANYON: El CAÑON MÁS ANTIGUO DEL MUNDO

 

Al sur de Namibia, haciendo frontera con Sudáfrica, se encuentra el Fish River Canyon. Este gran cañón que tiene la mitad de años que la Tierra y se formó antes de que el gran continente de Gondwana (cuando América del Sur y África aún eran uno) se separara, es el segundo cañón más grande del mundo, después del Gran Cañón del Colorado.

Cuando planificamos nuestro viaje a Namibia, en un principio dejamos de lado este lugar en nuestro plan de ruta, ya que bajar hasta aquí abajo era un desvío muy grande del resto de lugares que queríamos visitar. Finalmente, nos falló el visitar la reserva natural de Erindi, porque cerraron el parque, y lo que mejor nos encajaba en el vacío que esto nos dejó en el plan de ruta era bajar a ver este increíble cañón. No obstante, hasta el último momento tampoco estábamos muy seguros de si el largo viaje que nos suponía bajar hasta aquí iba a merecer la pena, pero la verdad es que cuando llegamos y lo vimos por primera vez nos dejó boquiabiertos.

Primero, ¿cómo fue este viaje tan largo hasta el Fish River Canyon? Pues bien, nosotros lo hicimos desde Sesriem y nos llevó casi 8 horas, con la pausa para comer en el camino incluida. La mayor parte del camino son carreteras de grava pero en buenas condiciones (de las que venimos circulando la mayor parte del viaje) pero hubo un punto en el que lo pasamos un poco mal, ya que el GPS nos metió por un camino en muy mal estado que ni siquiera sale en el mapa. Era una de las carreteras F (las de la letra B son las mejores, bajando poco a poco hasta las F, que son las peores) y, aunque el tramo no duró mucho, había que ir muy despacio porque los baches eran constantes, había tramos arenosos y hasta nos tocó atravesar un río (¡con agua, creo que fue el primer río que vimos con agua!) En fin, que es un viaje largo y, a diferencia de otros, este paisaje árido no presenta gran atractivo más allá de las extravagantes montañas con mesetas por sombrero que se recortan constantemente en el horizonte.

A mitad de camino paramos a comer en un restaurante que salió a nuestro paso en un pueblecito llamado Hemelringhausen. Bueno, pueblecito por llamarlo de alguna manera, porque eran cuatro casas a los lados de la carretera. Pero la verdad es que el restaurante (del nombre del pueblo) es una monada y tienen un pastel de manzana muy rico. Tienen también camping y habitaciones, por si alguien piensa que hacer noche a mitad de camino le puede encajar. De hecho, en realidad hay muchos lugares donde hacer noche, en medio de la nada, allí por donde te pille la ruta en Namibia.

Nuestra visita al Fish River Canyon paraba en dos campings: Hobas y Ai-Ais. Ambos son campings del gobierno (NWR) y, al encontrarse una vez más dentro de lo que es el parque natural del cañón, hay que pagar la tasa de entrada. Al llegar a Hobas, donde hicimos nuestra primera noche, a nosotros nos cobraron 350 dólares namibios.

Mapa de Hobas

A 10 kilómetros de Hobas encontrarás las vistas más famosas del cañón y el inicio de la ruta senderista que durante 5 días de marcha junto al Fish River (abajo, por la garganta del cañón) te permite ir de Hobas a Ai-Ais. Además, hay un tramo de camino que recorre algunos kilómetros por arriba del cañón que puedes hacer en coche o andando para llegar a otros miradores. Debes tener en cuenta que si no contratas la excursión de 5 días por el cañón, sólo puedes contemplarlo y pasear desde arriba, ya que está prohibido bajar. Por otro lado, si deseas hacer la ruta de senderismo, debes saber que es muy exigente y hasta te piden un certificado médico que indique que estás en buenas condiciones para hacerla. Debió de morir algún turista hace tiempo y decidieron cubrirse las espaldas. La ruta son 80 kilómetros y las temperaturas ahí abajo pueden llegar a alcanzar los 50 grados en el verano namibio.

Ai-Ais, por otro lado, es famoso por sus aguas termales y su spa. Si tienes sólo un día para visitar el cañón y dudas si ir a Hobas o a Ai-Ais, ve a Hobas. Es allí donde realmente ves el cañón en todo su esplendor, ya que en Ai-Ais hay poco que hacer, más allá de darte un baño en su piscina de aguas termales o en su spa.

Otro punto de gran interés histórico son las pinturas rupestres de Apolo 11, que hallaron en una cueva en una zona tan inaccesible del cañón (las Hunt Mountains) que no se puede llegar ni en 4×4. Dicen que estas pueden ser las pinturas rupestres más antiguas del mundo, o al mismo nivel que las que tenemos en España y Francia. 

Pero nosotros carecemos del tiempo suficiente como para embarcarnos en cualquiera de estas aventuras, así que nos limitamos a contemplar esta maravilla de la naturaleza desde las alturas. Así pues, tras nuestro largo viaje llegamos a Hobas a eso de las 17:30 y nos fuimos directos al mirador más famoso del cañón, ese meandro que ha sido tan fotografiado. Allí hay unos paneles informativos que te cuentan muchas cosas interesantes sobre el cañón, su formación, su flora (puedes ver muchos Quiver Tree, tan característicos de Namibia), su fauna y su historia. Y, viendo el atardecer, disfrutamos de las vistas.

Al día siguiente, volvimos al cañón y con el coche fuimos parando en los diferentes miradores para observar el cañón desde las alturas. Hay 5 o 6 puntos hasta los que te lleva una pista. Un par de ellos salen hacia la derecha del mirador principal y a los demás se accede por una pista que sale hacia la izquierda antes de llegar al mirador principal. Desde todos estos puntos las vistas son impresionantes. Uno podría pegarse mucho rato mirando esas paredes de roca de diversos colores, que pueden llegar a bajar hasta a una profundidad de 500 metros, con lo que queda de río allá abajo, entre meandros de arena. No obstante, el punto final de esta pista se hace un poco interminable. Según el mapa que tienen en el camping son 12 kilómetros desde el último mirador, pero la pista serpentea mucho, con algunas cuestas un poco malas para el coche y se hace largo. Quizás no sea necesario llegar hasta el final, en función del tiempo que quieras dedicarle.

Nosotros pasamos toda la mañana en esto y luego emprendimos camino a Ai-Ais, para llegar a comer al camping. Aunque en Ai-Ais haya poco que hacer, el camino hasta allí es muy bonito, dejando el cañón a la derecha lo vas viendo a lo lejos y el paisaje, como siempre en Namibia, va cambiando y te sorprende con algunos rincones casi oníricos. Finalmente, comienzas a bajar y aparece ante ti un pequeño oasis entre las rocas. Estás en Ai-Ais.

En este punto es donde acaba la ruta de senderismo, por lo que hay bastante gente y muchos son grupos de senderistas a los que ves llegar triunfalmente con sus grandes mochilas. Si quieres acceder al spa debes pagar 20 dólares, pero si sólo quieres bañarte en su piscina exterior de calientes aguas termales, es gratuito si te alojas aquí.

Aquí acaba este gran cañón, así que las paredes de roca se han suavizado y el cauce del río es amplio, arenoso y lleno de juncos y otra vegetación. Por eso no es tan impresionante como lo que se ve desde Hobas, pero no deja de ser hermoso. 

Nosotros, además de darnos un baño en la piscina, anduvimos un rato cañón arriba. Puedes hacerlo si tienes curiosidad por ver lo que es andar un rato por él, pero lo dicho: no es tan impresionante como en Hobas. Hay también una subida a un pico desde el que hay buenas vistas al cañón, o debe haber, pero el viaje esta acabando y preferimos tranquilamente pasear por el final del cañón y disfrutar del paisaje al lado de una buena hoguera Y, por la noche, para acabar la experiencia en el Fish River Canyon, no hay nada como un baño en las aguas calientes mientras contemplas las estrellas.

Y desde aquí ya emprendemos viaje de vuelta a la capital, unos cuantos kilometros por delante hasta el siguiente destino.

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